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Establecimiento de los Jesuitas en el Bajío y su expulsión

Fué el 12 de septiembre de 1572 cuando arribaron 15 sacerdotes a Nueva España por órdenes del Rey Felipe II para impulsar su política de evangelización. Se instalaron en la Ciudad de México y rápidamente se expandieron por Oaxaca, Valladolid, Veracruz, Guadalajara, entre otras ciudades.

 

Los primeros contactos con tierra guanajuatense fueron por incursiones llevadas de 1574 a 1585 hasta que en 1590 se establecen en San Luis de la Paz. Para octubre de 1594 fundan la primera residencia jesuita con la finalidad de seguir su labor de “perfeccionar las almas”.

San Luis de la Paz

http://vamonosalbable.blogspot.com/2017/08/san-luis-de-la-paz-la-escala-olvidada.html

 

En el siglo XVIII se expanden más por Guanajuato, siendo bien recibidos en Celaya en 1720 por gestiones del capitán Don Manuel de La Cruz Saravia. Al frente de la fundación quedó el Padre Nicolás de Azoca. 

 

La decisión de atraer a los Jesuitas a la Villa de León fué motivada por la necesidad de mejorar el desarrollo cultural, económico y social.  Para lograrlo, Don Cristóbal de Aguilar y Ventosillo, uno de los hombres más adinerados de la zona, donó varias propiedades, incluyendo dos estancias de labor y campo y una mina en el Real de Comanja para convencer a los jesuitas. El hermano de Don Cristóbal, el padre Nicolás, ofreció cincuenta mil pesos y trescientos marcos de plata para construir y adornar la iglesia y el colegio de los jesuitas. También les regaló las haciendas de Loza de Arriba y Loza de Abajo (hoy conocidas como Loza de los Padres), La Joya y San Isidro para su sostenimiento en el año de 1730.

Loza de los Padres

https://yvasa.com.mx/ex-hacienda-de-san-pedro-de-la-loza-de-los-padres-13915923956078798449/

 

Los jesuitas tomaron posesión de la hacienda en mayo de 1731 y fundaron su colegio en julio del mismo año. En 1751 construyeron una presa para regar sus cultivos y contaban con numerosos animales y cosechas. Después de tomar posesión de varias fincas, decidieron construir su iglesia en una de ellas, en la esquina de las actuales calles de Álvaro Obregón y 20 de enero, donde actualmente se encuentra el templo del Inmaculado Corazón de María.

Templo del Inmaculado Corazón de María

 

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El autor intelectual de que los jesuitas recorrieran tierras guanajuatenses es Don Pedro Lascuraín de Retana, natural de Mendari provincia de Guipúzcoa en la misma región donde fué nacido el Padre San Ignacio de Loyola; esta situación de paisanaje provocó que desarrollara gran afecto y confianza en los sacerdotes de la Compañía de Jesús.

Don Pedro Lascuraín de Retana

 

El guipuzcoano era uno de los más ricos agricultores de Valle de Santiago del Bajío entero, dueño de las boyantes haciendas de San Nicolás de Parangueo, Quiriceo, el Cerrito y la Iglesia, riquezas que lejos de ofuscar, le comprometieron con el desarrollo material y espiritual de la región, siendo uno de sus más notables bienhechores.  

 

Convencido del provecho que generaría la realización de las Misiones, hizo un propuesta formal al Padre Provincial Don Juan Antonio de Oviedo, quien analizando la viabilidad económica y material, no opuso muchas objeciones al proyecto, quedando legalmente establecidas las condiciones impuestas por Lascuráin, acto jurídico que tuvo lugar el 19 de noviembre de 1738. La entrega física de los inmuebles que habrían de financiar las Misiones, se realizaría inmediatamente después de la muerte de Lascuraín.

Como es ley de vida, la salud de Don Pedro comenzó a menguar, hasta que el día jueves 2 de abril de 1744 cedió ante la enfermedad cerrando los ojos para siempre. Con este lamentable hecho, el arranque de las misiones se retrasó hasta 1761. 

 

Llegaron a los lugares más remotos del estado de Guanajuato como la Hacienda de burras, Congregación de Irapuato, Santiago de Ocotlán, entre muchas otras poblaciones. La octava y última misión de los jesuitas se registra en el Rancho de Arandas donde 164 arandenses comulgaron por primera vez.

 

Pedro Borrote, Ramón Cerdán y Manuel Domínguez fueron los sacerdotes misioneros que destacan por su noble labor y actos de fe cristiana en el Bajío.

 

En 1767,  Carlos III ordena la expulsión de los jesuitas como parte de una campaña de reformas y modernización del país. El rey acusó a los jesuitas de actos de subversión y de oponerse a sus políticas, y ordenó la confiscación de sus bienes y la expulsión de los miembros de la orden. Los jesuitas fueron detenidos y deportados a Veracruz, donde fueron embarcados hacia Europa. Muchos murieron durante el viaje, y aquellos que sobrevivieron fueron forzados a establecerse en otros países.

Carlos III

 

La expulsión de los jesuitas fue una medida política tomada por varios países de Europa y América en el siglo XVIII, incluyendo España y sus colonias, que consistió en la expulsión forzada de los miembros de la Compañía de Jesús de los territorios donde estaban establecidos.

 

Este hecho dejó un vacío importante en la educación y la cultura de México, ya que la orden había establecido muchas escuelas y universidades en el país. A pesar de ello, la medida fue vista como necesaria por muchos líderes políticos y religiosos de la época, y tuvo un impacto significativo en la historia del país.

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Información obtenida de: 

Lozano Serna, Edmundo Iván. (2019). Art. “Las Misiones Jesuitas de Guanajuato” Rev. Memoria Leonesa. León, Guanajuato: Archivo Histórico Municipal de León.