A lo largo de la historia, el uso de rieles para el transporte ha sido fundamental. Sus orígenes se remontan a la antigua civilización griega, con el sistema “diolkos” que movía embarcaciones en el istmo de Corinto desde el siglo VII a.C. hasta el primer siglo d.C. A lo largo de los siglos, esta tecnología de raíles se usó en Europa, aunque no llegó a su pleno potencial hasta la Revolución Industrial.
La invención de la locomotora a vapor por Richard Trevithick impulsó un desarrollo sin precedentes en el transporte ferroviario, permitiendo el traslado de cargas pesadas a altas velocidades de manera segura y económica.
En el caso de México, la primera línea ferroviaria surgió en 1850, conectando la capital con el puerto de Veracruz. El sistema ferroviario mexicano ha estado estrechamente ligado al comercio, a nivel local e internacional. El ferrocarril contribuyó de manera significativa a la consolidación económica de ciudades al ofrecer ventajas a industrias y agricultores. Además, la construcción de líneas nacionales, regionales y continentales facilitó la conexión entre áreas urbanas y remotas, mejorando la accesibilidad en distintas regiones.
En 1880 se finalizaron varias líneas ferroviarias de corta extensión y tramos aún más breves. Entre ellas, se puede mencionar la que conectaba Ometusco con Pachuca, la que unía Zacatecas y San Luis, y la que enlazaba Tehuacán con Puebla, además de otros segmentos de vías de corto recorrido. Estos tramos, más adelante interconectados, darían lugar a las extensas rutas que ahora conocemos. Por ejemplo, la que va de México a Cuautitlán, y de allí a Huehuetoca y Tula. También la línea que conecta Celaya con León, y posteriormente, la que une León con Aguascalientes, y así sucesivamente.
Símbolo de progreso
El 8 de septiembre de 1880 el gobierno mexicano otorgó a la Compañía Bostoniana del Ferrocarril Central Mexicano, la concesión para construir una línea férrea entre México y Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez). Se comenzaron a instalar los rieles el 15 de septiembre de 1880 y se edificó en terrenos adquiridos por la Compañía Limitada del Ferrocarril Central mediante una operación de compra-venta, de fecha 17 de abril de 1882.
Nuestra ciudad se integró a este símbolo de progreso en julio de 1882, cuando los habitantes de antaño vieron llegar a su territorio el primer tren de vapor. Este acontecimiento sin precedentes marcó una fecha con letras mayúsculas en la historia de León.
Estación Pompa
La Compañía Limitada del Ferrocarril Central Mexicano, respaldada por inversión estadounidense, inicialmente erigió una estación rudimentaria y una vía de ferrocarril de corto alcance. Esto se realizó de manera provisional mientras se aseguraba el terreno adecuado para recibir y enviar pasajeros y mercancías. La estación, conocida como la estación de Pompa, se ubicaba a poca distancia de su ubicación actual.
El 18 de junio de 1883, se efectuó la compra de los terrenos necesarios para la estación. Las vendedoras fueron las señoras Doña Antonia y Doña Manuela del Moral, y el intermediario fue el señor Anastacio Sánchez. La Compañía Limitada del Ferrocarril Central Mexicano, representada por el Ingeniero Roswell Emmond Briggs, adquirió los terrenos. El ingeniero tenía amplios poderes otorgados para obtener terrenos necesarios para la construcción del ferrocarril. El campo se extendía de oriente a poniente, entre la actual Avenida Independencia, y de norte a sur, entre la calle el Río Turbio y el terraplén de la antigua línea del tranvía a Santa Rosa.
Desde sus inicios, la ruta del ferrocarril se mantuvo fuera de los límites de la ciudad. Aunque se afirmó que su trazado era provisional, hasta el día de hoy, a pesar de la expansión urbana, su distancia considerable respecto al centro de la ciudad persiste. En cierto momento, el General Francisco Z. Mena propuso reubicar la Estación a la Calzada de los Héroes, utilizando terrenos originalmente destinados para la construcción de una penitenciaría. A pesar de que varios gobernantes apoyaron esta idea en diferentes momentos, diversas circunstancias impidieron su realización.
Beneficios para la Ciudad
La introducción del ferrocarril tuvo un impacto significativo en la ciudad de León. Permitió una mayor movilidad de bienes y personas, impulsando la economía al facilitar el comercio interno y la exportación de productos. Además, el ferrocarril contribuyó al crecimiento de las industrias en León al facilitar el transporte de materias primas y productos manufacturados. Este impulso condujo a una mayor diversificación económica y al crecimiento mismo de la ciudad. Las personas podían viajar más fácilmente entre León y otras partes del país, lo que influyó en el desarrollo y la identidad de la ciudad. El ferrocarril también acortó drásticamente los tiempos de viaje y redujo los costos de transporte. Lo que antes llevaba semanas podía hacerse en cuestión de días, lo que impulsó el turismo y el comercio en León, beneficiando su economía.
La construcción de vías férreas y estaciones de tren en León llevó al desarrollo urbano.
Información obtenida de:
Medina Ramírez, Sergio. (2013). “El transporte ferroviario en México” Rev. Comercio Exterior.
http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/157/2/el_transporte.pdf
Malacara, Antonio. (1965). “Hechos de la vida leonesa”. – Nuestra vieja estación”. Boletín del Archivo Histórico Municipal de León.
https://archivohistorico.leon.gob.mx/acervodigital/Boletin/Boletin_045.pdf