El 24 de junio de 1926 se inscribe en la historia de León, Guanajuato, como una de las fechas más trágicas debido a una inundación de proporciones catastróficas. Esta calamidad natural, resultado de un aguacero torrencial, no solo transformó la fisonomía de la ciudad, sino que también marcó profundamente a sus habitantes. En este análisis, nos sumergiremos en los eventos de ese fatídico día, explorando sus causas, el desarrollo de la catástrofe y sus consecuencias a largo plazo.
Contexto Histórico y Geográfico
León, fundado en 1576, ha enfrentado repetidamente inundaciones a lo largo de su historia debido a su ubicación en un terreno casi plano, lo cual dificulta el rápido escurrimiento del agua. Esta característica geográfica, combinada con la falta de planeación urbana adecuada, ha sido un factor determinante en la recurrencia de estas tragedias.
El río de Los Gómez y el arroyo del Muerto son dos cuerpos de agua significativos que atraviesan la ciudad. Durante la temporada de lluvias, estos ríos pueden convertirse en una amenaza latente, como ocurrió en junio de 1926.
El Desastre de 1926: Desarrollo de los Hechos
23 de Junio
En la madrugada del 23 de junio, cuando la mayoría de la población dormía, la ciudad de León comenzó a experimentar lluvias intensas. Los ciudadanos fueron despertados por los gritos en las calles y los silbatos de los policías, indicando que algo estaba terriblemente mal. El Río de Los Gómez había empezado a desbordarse a la altura de la calle 5 de Mayo, generando una creciente preocupación.
24 de Junio
Al amanecer, la situación se agravó con el desbordamiento del arroyo del Muerto, que atraviesa el barrio del Coecillo. Este arroyo, al no poder contener el volumen de agua, comenzó a derrumbar las casas de adobe, sumergiendo en la desesperación a los residentes de la zona.
A las nueve de la mañana, una segunda creciente arrasó la ciudad. Esta segunda ola de destrucción fue provocada por la ruptura de la cortina de la presa de Hacienda Arriba, al norte de León. Las campanas de los templos repicaban sin cesar, alertando a la población para que evacuara. Sin embargo, al salir, los ciudadanos se encontraban con calles transformadas en ríos caudalosos, haciendo extremadamente difícil la huida.
La Lucha por la Supervivencia
La desesperación y el caos marcaron las horas siguientes. Los habitantes, cargando a sus hijos y sus pertenencias más valiosas, trataban de alcanzar terrenos más altos. Muchos buscaron refugio en el Teatro Doblado, el Seminario y el Palacio Municipal, entre otros lugares seguros. La solidaridad y el ingenio fueron cruciales para que muchos lograran salvar sus vidas.
Causas y Consecuencias
Si bien la intensa lluvia fue el detonante principal de la inundación, factores humanos como la mala planeación urbana y el escaso respeto por los cauces naturales de los ríos exacerbaron la magnitud del desastre. El crecimiento desordenado de la ciudad, sin una infraestructura adecuada para el manejo de aguas pluviales, jugó un papel significativo en la tragedia.
La inundación de 1926 en León, Guanajuato, es un recordatorio sombrío de la vulnerabilidad de nuestras ciudades ante los caprichos de la naturaleza y la importancia de la prevención y la planificación. Es imperativo que aprendamos de nuestra historia para construir un futuro más seguro y resiliente.
Información obtenida de:
Archivo Histórico Municipal de León
Comisión Estatal del Agua (CEA) de Guanajuato