En León Guanajuato hasta el día de hoy los relatos y leyendas siguen pasando de generación en generación, uno de ellas es la leyenda “El diablo llegó a la funeraria por su cuerpo” dicho suceso ocurrió en León Guanajuato en la Esquina de la Calle 20 de Enero y Cuauhtémoc, en la colonia el Coecillo.
La gente relata que había un hombre llamado Anselmo originario de San Francisco del Rincón, un día decide mudarse al barrio del Coecillo en León Guanajuato. Este hombre se dedicaba a la brujería.
Las personas de la zona al enterarse a qué se dedicaba este hombre, fué causando temor en la gente y por esta razón nadie se metía con él. Realizaba todo tipo de trabajos de magia negra sin ningún problema y sin importar el daño que le causaría a las personas lanzándoles maldiciones, sortilegios para manipular a otras personas, haciendo que enfermaran e incluso les causaba la muerte. Se rumoraba que aquel hombre le había vendido su alma al diablo. Anselmo al ver que sus trabajos de magia negra le daban suficientes ingresos para sobrevivir, decidió renunciar de la imprenta donde trabajaba y dedicarse de lleno a la brujería.
Tiempo después Anselmo enfermo así que antes de morir le hizo su última petición a su madre, pidió que al momento de morir no se velará su cuerpo, ni que se realizara algún tipo de ceremonia religiosa durante su sepelio y que su cuerpo se enterrara en un ataúd de madera que fuera sepultado en un lugar apartado de la ciudad.
La madre sin entender la razón de la petición de su hijo, se dio a la tarea de buscar un lugar donde velar a su difunto hijo y encontró un viejo cuarto que años antes pertenecía a una funeraria, ubicada en la Calle 20 de enero esquina con Cuauhtémoc.
A pesar de que el brujo era muy conocido, nadie quiso asistir al funeral, solamente algunos de sus familiares. En el cuarto solamente se encontraba el ataúd y unas velas alrededor.
Las pocas personas que asistieron al velorio empezaron a rezar y al momento de hacer la señal de la cruz, un ruido extraño sonó y de manera repentina el ataúd se abrió solo.
El ataúd donde se encontraba el cuerpo de Anselmo empezó a arder en llamas, las personas que se encontraban ahí salieron aterradas del lugar sin saber que estaban presenciando. Después de un rato el fuego del ataúd se apagó por sí solo. Las personas al ver el interior del ataúd, se dieron cuenta que el cuerpo del difunto había desaparecido.
En ese momento su madre comprendió el porqué su hijo le había hecho aquella petición que no siguió, pues su hijo le había vendido su alma al diablo. Después de aquel suceso varias personas decían que en aquel cuarto se podían escuchar lamentos. Aquel cuarto fue demolido y el día de hoy es un simple estacionamiento.